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Envía esta noticia a un amigo | 21/06/2011 |
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Después de darlo por muerto en Malvinas, pudo volver a abrazarlo | |||||
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“Cuando venía manejando, les decía a mis hijos: pensar que yo a este chico la última vez que lo vi fue el 13 de junio de 1982, cuando estábamos en el combate final, y siempre lo creí muerto. ¡Es increíble!”.
El “chico” al que alude el relato es Víctor Rena, un ex combatiente riocuartense gravemente malherido en un bombardeo inglés. El que pronuncia la frase con un brillo en sus ojos es el teniente retirado Jorge Luis Reyes. El siempre creyó que “El Cordobés “ de 19 años con el que había trabado amistad había sido abatido por una granada. Gracias a la carta que Reyes escribió en su memoria, y que una providencial (y anónima) mano subió a Internet, el teniente retirado supo hace dos meses que Rena estaba vivo y, desde entonces, contó los días para reencontrarse con aquel “inocente y dócil” soldado del ejército que fue asistido por una patrulla de la Fuerza Aérea, cuando estaba hambreado y aterido en su trinchera. Así fue como salió ayer a las 7, desde el barrio bonaerense de Almagro, junto a su esposa y sus cinco hijos, y puso proa hacia Río Cuarto, movido por la ilusión del reencuentro. Reyes hoy tiene 54 años y Rena 48, pero a la hora del abrazo en plena vereda, y con los monoblocks de las 320 Viviendas de fondo, uno veía enfrente al pibe inexperto que arriesgó el pellejo en condiciones extremas, y el otro volvía a evocar al teniente que lo apuntaló y le dio ánimos para continuar hasta el final. Arrobados, los cinco hijos de Reyes, su mujer y la esposa de Rena seguían de cerca la escena, emocionados y en silencio, cuidadosos de no interferir en una escena inédita en la posguerra de Malvinas. Un rato antes, el profesor universitario de Caleta Olivia que descubrió el equívoco leyendo una página de Facebook sobre los ex combatientes, había telefoneado a Víctor y su voz sonaba emocionada, a punto de quebrarse. “Este tipo de momentos demuestra que los protagonistas de aquella guerra siguen vigentes y no debemos olvidarlos”, comentó Germán Stoessel, el hombre que no escatimó esfuerzos en rastrear a los amigos desencontrados. Así, Rena supo que un camarada lo creyó muerto todo este
tiempo y cada año lo recordaba con una misa; pero el más
sorprendido, claro está, resultó ser Reyes. La última vez que se vieron, Rena le había dejado una estampita de la Virgen de Luján y Reyes le prometió una visita a Río Cuarto para comer un asado “cuando todo esto se acabe”. “Yo me acuerdo que vos me dijiste ‘venga, venga’ y, bueno, acá estamos”, soltó el teniente, y todos a su alrededor reprimían como podían el nudo en la garganta. Con los últimos rayos de sol retirándose del puente Juan Filloy y ya a salvo de micrófonos y grabadores, Jorge y Víctor se disponían a retomar una amistad que se inició hace 29 años al pie de una trinchera semiinundada y que ahora, providencialmente, vuelve a tenerlos cara a cara. Alejandro Fara para Diario Puntal |
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